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La cuestión social en Extremadura: movilizaciones agrarias.

2 de Marzo de 2020

La posmodernidad y el neoconservadurismo han sido estrechos aliados en la agonía de los idearios inconclusos de la modernidad también en lo atinente al sembrado y medio rural; solo desde esas perspectivas es compresible que Podemos de Extremadura señalara días atrás (el diario.es 6/2/2020), que las movilizaciones que durante estos días llevan a cabo campesinos y pequeños propietarios agrícolas, bajo la égida de reivindicar precios más justos para sus producciones y frente a las prácticas neoliberales de las grandes empresas de compra, distribución y venta, constituían una revolución agraria de los que no llegan a fin de mes; entretanto, los paladines neoconservadores cuando no fascistas de la patronal agraria extremeña (ASAJA-CEOE) pretenden utilizar estas muestras de legítimo descontento para alcanzar un mayor grado de fascistización del medio rural extremeño y, a la vez, servir de ariete de hostigamiento al Gobierno progresista del PSOE-UP, convocando las próximas manifestaciones ante la casa de Pablo Iglesias en Galapagar, con la ladina idea de que los provechos de las mismas para sus representados sean continuar con salarios bajos, explotación de inmigrantes y seguir con el monumental fraude en las cotizaciones de la Seguridad Social.

Creo no ir desatinado si afirmo que las manifestaciones constituyen una nueva expresión de la irresuelta cuestión social en Extremadura; pues si bien es cierto que la inicial Política Agraria Comunitaria (PAC) tenía como objetivo mantener un sector agrario en condiciones de vida digna y rentabilidad económica, y que supuso una metamorfosis en el aparato productivo agrícola y debería de haber supuesto un nuevo reacomodo de los integrantes del mundo rural, la opción por la política de subvenciones en vez de producciones de las derechas europeas, lo único que ha generado después de décadas de aplicación en nuestra región es no resolver ninguno de los problemas que teníamos sobre la propiedad de la tierra y sus cultivadores directos (latifundios, minifundios, jornaleros, etc.), y como desenlace presentar un balance de pérdida de importancia de las actividades agrícolas de tipo familiar al mismo tiempo que la múltiple ocupación de la población rural en trabajos flexibles y precarios, consolidando la complementación de rentas de los grandes propietarios.

Es cierto que se echa en falta que las revueltas de estos días se hubieran planteado ante las ubicaciones de los grandes distribuidores (Mercadona, Carrefour, etc.), frente a cuyos precios injustos claman los agricultores, pues seguramente habrían sido secundadas además por los consumidores y amplias capas de la población, ya que el no hacerlo así no fija de forma nítida y clara la verdadera faz de las políticas neoliberales aplicadas a la actividad agropecuaria, y que las transformaciones del aparato productivo en nuestro territorio para la producción de riqueza alimentaria no han tenido un eco adecuado en el papel de los diversos actores, productores, trabajadores, consumidores y la propia naturaleza; tendrán por ello UPA-UCE y la líder de Podemos en Extremadura precisar si también acompañan a los fascista de ganapanes a Madrid.

Carlos Canelo, Secretario Regional del PCE en Extremadura.
Febrero 2020

Categorías: Secretaría General

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